Sin lugar a dudas, la Casa Batlló se posiciona como uno de los monumentos más emblemáticos de Barcelona. A continuación, te revelamos numerosos detalles y datos fascinantes que posiblemente desconocías.
La asombrosa suma de 510,000 pesetas fue el precio que el empresario industrial Josep Batlló pagó por la adquisición del edificio que conocemos hoy como la Casa Batlló. Originalmente diseñada por el arquitecto Emilio Sala Cortés, quien fue profesor del renombrado Antoni Gaudí, el edificio experimentó una transformación espectacular bajo la libertad creativa de Gaudí, convirtiéndose en una obra maestra del modernismo y alejándose por completo de su estilo clásico original.
Después de la remodelación que conocemos actualmente como la Casa Batlló, llevada a cabo entre 1904 y 1906, la familia Batlló se mudó a la planta noble de la casa en 1907. No obstante, en 1911, Josep Batlló Casanovas obtuvo la autorización del ayuntamiento para arrendar los pisos superiores y optó por poner en alquiler el resto de los niveles del edificio.
Josep Batlló estaba casado con Amàlia Godó, hija del cofundador del diario La Vanguardia, y juntos tuvieron cinco hijos. Tras el fallecimiento de sus padres (el señor Batlló en 1934 y su esposa en 1940), los hijos se encargaron de vender la casa en 1954, pero continuaron viviendo en las plantas superiores.
Debido a sus balcones en forma de calaveras y a la apariencia esquelética de las columnas de su fachada, esta magnífica creación de Gaudí también es conocida como la «Casa dels Ossos» en catalán, lo que se traduce como la «Casa de los Huesos».
Existe una famosa leyenda en Cataluña que narra cómo un valiente caballero llamado Sant Jordi rescató a una princesa y derrotó a un temible dragón que aterrorizaba a los habitantes de Montblanc. En la Casa Batlló, se pueden encontrar numerosas referencias a esta leyenda, lo que ha llevado a que también sea conocida como la «Casa del Dragón»:
Gaudí tenía un gran aprecio por los arcos parabólicos y los utilizó en varias de sus obras, como la Sagrada Familia y la Casa Milá (conocida como La Pedrera). Estos arcos no solo tenían una función decorativa, sino que también proporcionaban una gran resistencia estructural frente a la presión, permitiendo crear amplios espacios abiertos.
A pesar de que la Casa Batlló ha sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2005, sus primeros días no estuvieron repletos de elogios. De hecho, una vez que el renombrado arquitecto modernista Antoni Gaudí finalizó las tareas de remodelación, la Casa Batlló participó en el concurso anual de edificios artísticos organizado por el Ayuntamiento de Barcelona… ¡y no resultó ganadora!
Una de las técnicas preferidas de Gaudí, que también se encuentra presente en la Casa Batlló, es el trencadís, un tipo de mosaico elaborado con fragmentos de cerámica y vidrio reciclados. Estas piezas llenan de color no solo la fachada del edificio, sino también el tejado y
Gaudí no solo se destacó como precursor en temas de sostenibilidad. En una época en la que la eficiencia energética no era aún un concepto ampliamente discutido, el arquitecto genial logró combinar de manera magistral el diseño y la funcionalidad.
Por un lado, implementó una claraboya principal y dos patios interiores para asegurarse de que la luz se distribuyera adecuadamente en todas las plantas. Por otro lado, estos patios centrales, en conjunto con el diseño original de las ventanas que incluían pequeñas aberturas ajustables manualmente, permitieron regular el flujo de aire y controlar la temperatura dentro de la casa. De esta manera, Gaudí logró una combinación perfecta de belleza arquitectónica y eficiencia energética en la Casa Batlló.
Con la llegada de la temporada cálida, la azotea de la Casa Batlló se llena de vida con la música de diversos estilos como jazz, flamenco, rumba, pop y muchos más.
Después de explorar esta popular atracción turística, las «Noches Mágicas» brindan a los visitantes la oportunidad de subir a la azotea y disfrutar de conciertos íntimos en un entorno excepcional. Es una experiencia única que combina la visita al edificio con la emoción de disfrutar de música en vivo en un ambiente encantador.
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