La lista de obras destacadas del Museo Arqueológico Nacional de España es una tarea desafiante debido a la vasta colección de más de 1.300.000 piezas. Este museo es uno de los principales en Madrid y cuenta con una relevancia significativa en el ámbito de la arqueología en España.
La colección del museo se encuentra distribuida en 40 salas que, a su vez, se dividen en 12 módulos temáticos. Estos abarcan desde la Prehistoria hasta la Edad Moderna, cubriendo casi todas las etapas históricas de la Península Ibérica, así como también incluyendo otras civilizaciones como Grecia en mayor medida, y en menor medida Egipto y Oriente Próximo.
En la ciudad de Madrid, se pueden dedicar días enteros explorando los tesoros que ofrece, incluido el Museo Arqueológico Nacional. Sin embargo, es importante recordar que todos tenemos un límite en nuestra capacidad para asimilar obras de arte, incluyéndonos a nosotros también 🙂.
Llegado el punto de saturación, nuestra imaginación puede comenzar a formar lo que llamamos la «teoría del iconoclasta en el museo», en la cual, armados con nunchacos o hachas vikingas, empezamos a destruir obras al azar como posesiones demoníacas. Por supuesto, esto es solo un estado de ánimo y nunca debe ponerse en práctica, pero es un sentimiento que incluso el mismísimo Howard Carter podría haber experimentado después de ver cien mil piezas de arte seguidas.
En este artículo, trataremos de ir al grano y ayudaros a no perderos en la inmensidad del museo Arqueológico Nacional, enumerando las obras más importantes.
Siglos V y IV a. C.
Descubridor: Manuel Campello Esclápez en 1897
Esta escultura icónica, encontrada en La Alcudia de Elche (Alicante), está envuelta en misterio. Comenzando por su fecha de creación, que aún no conocemos con certeza, y tampoco sabemos con seguridad lo que representa: si es una diosa, una sacerdotisa o posiblemente una novia con las joyas de su dote. Incluso, dejando volar la imaginación, podríamos llegar a la conclusión de que era una antepasada de la Princesa Leia. La teoría más aceptada es que se trata de una dama noble divinizada por sus descendientes.
Tampoco tenemos certeza sobre el significado de la cavidad en su espalda, que nos lleva a pensar que podría haber sido una urna cineraria o incluso podría haber servido como anclaje a una pared. Incluso es posible que sea simplemente un busto o una parte de una figura de pie, o quizás una figura sedente similar a la Dama de Baza.
En esta escultura destacan el adorno del tocado con rodetes metálicos, el velo y la diadema adornada con cuentas. En el pasado, habría tenido colores vivos, ya que se pueden apreciar restos de pintura en los labios, el rostro y el vestido.
Esta obra no siempre ha estado en el Museo Arqueológico Nacional. Poco después de su descubrimiento en una cavidad construida con losas y adosada a la muralla de la antigua ciudad ibérica de Elche, fue vendida al Museo del Louvre, donde se exhibió hasta 1941. Un acuerdo de intercambio de objetos de arte entre Francia y España la trajo de vuelta al Museo del Prado y finalmente, en 1971, llegó al lugar donde se puede contemplar en la actualidad.
Siglo IV a. C.
Descubridor: Francisco Presedo en 1971
La Dama de Baza es otra escultura íbera que fue descubierta en la necrópolis de la antigua Basti (Baza), en la provincia de Granada. La escultura fue descubierta en su contexto original, dentro de una cámara funeraria de 2,60 metros cuadrados y 1,80 metros de profundidad. En esta cámara, se encontró la escultura acompañada de un ajuar de estilo orientalizante.
En frente de la figura de la dama se encontraron varias armas quemadas y otros objetos pertenecientes a un guerrero. En un principio, los arqueólogos pensaron que se trataba de la tumba de un guerrero.
Sin embargo, los restos encontrados en el interior de la escultura indican que en realidad se trataba de una mujer. Entonces surge la pregunta: ¿Era una guerrera? ¿Una sacerdotisa? Podría ser una reina o una aristócrata, y las armas podrían haber sido ofrendas.
Esta escultura nos ofrece una gran cantidad de detalles para admirar. Desde la silla alada con patas de garras de león, símbolo de la divinidad, hasta la vestimenta y las joyas de la dama. El pichón que lleva en la mano se interpreta como un vínculo entre la mujer mortal y la diosa protectora del ave y los huesos de la difunta.
Contemplar esta obra es un verdadero deleite para los sentidos. Nos encanta porque, aunque no sea tan conocida como la anterior, resulta igualmente impresionante y conmovedora. Sin duda, ocupa un lugar destacado en nuestra lista de las mejores 11 obras del Museo Arqueológico Nacional de España.
Año 500 a. C.
Otro monumento funerario de la época íbera fue descubierto en Albacete, específicamente en Chinchilla de Montearagón. Este monumento es el más antiguo y mejor conservado de la cultura íbera.
Se trata de un sepulcro en forma de torre construido en piedra, que simboliza la conexión entre la tierra y el cielo. Este diseño muestra influencias de los sepulcros neohititas, que llegaron a los íberos a través de los fenicios, lo que confirma el carácter orientalizante de la cultura íbera en sus primeras etapas.
Probablemente sea la tumba real de un príncipe, un gobernante local o una figura de alto rango. Alrededor de la torre se fueron añadiendo tumbas más sencillas, convirtiéndose en toda una necrópolis íbera.
Se sabe que el difunto fue incinerado en una pira junto con los objetos de su ajuar funerario.
El monumento se eleva sobre tres escalones y está coronado por cuatro leones en las esquinas, que protegen el alma del difunto. Luego, hay una torre de seis pisos hecha de piedra, con otros cuatro leones en la cima.
Año 1063
Exequias de Fernando I de León (c.1010-1065)
Otra notable pieza de marfil es un crucifijo de estilo románico que posee una gran importancia en la historia del arte. Además de su función como cruz-relicario, cuenta con un receptáculo en la espalda de Cristo para albergar el lignum crucis, y también podía ser llevado en procesiones.
En esta representación, Cristo cumple su papel redentor de la humanidad, mostrando su naturaleza divina a través de su hieratismo, con los ojos abiertos y sin señales de sufrimiento. La obra incluye una referencia al Juicio Final, representando a los muertos emergiendo de sus tumbas.
En la parte inferior, detrás de la cruz, se pueden leer los nombres de FERDINANDUS Y SANCIA, los reyes de León que donaron el crucifijo a la colegiata de San Isidoro de León, donde se celebró la ceremonia en honor al difunto monarc
Las cuevas más importantes de la Prehistoria, como Altamira y Lascaux, han tenido restricciones en su visita debido a las necesidades de conservación. Esto ha llevado a la construcción de réplicas en sus cercanías.
En el caso de Altamira, encontramos la «Neocueva», una minuciosa réplica ubicada en el Museo de Altamira, en Cantabria, cerca de la cueva original. Esta réplica muestra cómo era el lugar hace aproximadamente 15.000 años, durante el Paleolítico Superior. La reproducción de la «Neocueva» fue realizada en 2001.
Además, existe otra réplica de la Cueva de Altamira en la entrada del Museo Arqueológico Nacional (MAN) en Madrid. Esta réplica, creada en 1964, no es tan detallada como la del Museo de Altamira, pero reconstruye gran parte de la cueva. Fue realizada por los alemanes, quienes obtuvieron la autorización para crearla con la condición de hacer dos réplicas, una exhibida en el Deutsches Museum y la otra en el Museo Arqueológico Nacional.
Hay mil historias más que podrás ver durante tu visita en el museo, pero estas son las que más destacan. ¡Comenta si piensas que hay alguna obra obligatoria! 😉
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